Bloc de notas sobre la marcha

miércoles, 12 de agosto de 2009

Báñate, que está buenísima.

Cuando tengo que meterme en el agua, siempre me da un poco de pereza. Da igual que sea la ducha en casa o un baño al aire libre. Supongo que tengo la piel "vaga" para adaptarse a cambios en el entorno. No es que luego no me alegre de haberme remojado, es simplemente eso, que el agua me da pereza hasta que me he metido.

Cuando se trata de un baño en la playa o en una piscina, como casi siempre soy el último en entrar en el agua, siempre tengo que escuchar la opinión bienintencionada de quien ha entrado en el agua antes que yo. Esa opinión, como suele pasar en general con la información no solicitada, me es perfectamente inútil, cuando no contraproducente.

Tanto si me dicen que el agua está "buena" como si me dicen que está demasiado caliente o demasiado fría, yo siempre recelo de la opinión de los demás porque, una vez estoy en el agua, no suelo estar de acuerdo con lo que me han dicho.

Con frecuencia, olvidamos que las sensaciones frente al mismo estímulo, en dos personas diferentes, suelen ser diferentes. Es lo que llamamos "gusto".

El síndrome del agua "buenísima" se manifiesta también a la hora de comer en grupo, cuando alguien se empeña en hacer que los demás prueben esa cosa tan rica que se ha pedido, ignorando que hay una carta con 50 platos y que cada persona ha pedido lo que prefiere comer

Ignorando, en fin, que no a todos nos gusta lo mismo.

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