Bloc de notas sobre la marcha

miércoles, 12 de agosto de 2009

Báñate, que está buenísima.

Cuando tengo que meterme en el agua, siempre me da un poco de pereza. Da igual que sea la ducha en casa o un baño al aire libre. Supongo que tengo la piel "vaga" para adaptarse a cambios en el entorno. No es que luego no me alegre de haberme remojado, es simplemente eso, que el agua me da pereza hasta que me he metido.

Cuando se trata de un baño en la playa o en una piscina, como casi siempre soy el último en entrar en el agua, siempre tengo que escuchar la opinión bienintencionada de quien ha entrado en el agua antes que yo. Esa opinión, como suele pasar en general con la información no solicitada, me es perfectamente inútil, cuando no contraproducente.

Tanto si me dicen que el agua está "buena" como si me dicen que está demasiado caliente o demasiado fría, yo siempre recelo de la opinión de los demás porque, una vez estoy en el agua, no suelo estar de acuerdo con lo que me han dicho.

Con frecuencia, olvidamos que las sensaciones frente al mismo estímulo, en dos personas diferentes, suelen ser diferentes. Es lo que llamamos "gusto".

El síndrome del agua "buenísima" se manifiesta también a la hora de comer en grupo, cuando alguien se empeña en hacer que los demás prueben esa cosa tan rica que se ha pedido, ignorando que hay una carta con 50 platos y que cada persona ha pedido lo que prefiere comer

Ignorando, en fin, que no a todos nos gusta lo mismo.

Mickey.

Ayer vi, con mis propios ojos, como la policía municipal le pedía los papeles a Mickey Mouse.

Fue en el mercadillo de los martes. Una persona, perfectamente disfrazada de ratón Mickey, vendía globos. La agente, supongo que cumpliendo el protocolo, entabló conversación con el ratón y, finalmente, le pidió los papeles.

Me alejé de allí tragándome las ganas de intervenir en defensa de mi ídolo infantil y reprimiendo mi instinto de fotógrafo, pues en mi retina estaba ya el encuadre de la escena. Pero no me atreví a hacer ninguna de las dos cosas.

Sólo puedo intentar dibujar aquí la imagen, con palabras: la agente de espaldas, hablando seria, mientras el cabezón de Mickey oculta la preocupación de la persona que hay detrás de esa sonrisa petrificada.

Ignoro si se trataba de un asunto de inmigración, o simplemente de licencia para venta ambulante. Pero ver a Mickey presentando sus documentación me hizo intuir el drama que puede haber detrás de cada vida sin papeles. Se trate de papeles emitidos por el Ayuntamiento, por el Ministerio del Interior o por el Banco Central.

(Por cierto, el ratón presentó sus papeles sin quitarse la máscara, así que existe la posibilidad de que se tratara del auténtico Mickey Mouse.)


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I saw yesterday, with my own eyes, how the local police requested his papers to Mickey Mouse.

It was at the Tuesdays flea market. A person, perfectly disguised of Mickey, was selling kid's balloons. The agent, fulfilling the protocol I suppose, established conversation with the mouse, and she finally requested the papers to him.

I moved away swallowing my desire to take part in defense of my infantile idol and repressing my photographer instinct, because the scene was already framed in my retina. But I did not dare to do any of these things.

I can only try to draw the image here, with words: the back of the agent, speaking serious to the mouse, while the big Mickey head hides the worried face of the person behind that petrified smile.

I ignore whether the issue was about immigration, or simply about a license for selling balloons. But to see Mickey displaying his documentation made me guess the drama behind any life without papers. Whether these are papers emitted by the city council, the immigration authority or the central bank.

(By the way, the mouse displayed his papers without taking off the mask, so the possibility exists that he was the authentic Mickey Mouse.)

domingo, 9 de agosto de 2009

Qué gracioso.

La otra noche, asistimos a un magnífico espectáculo de fuegos artificiales.

Todo fue muy bien, pero nos sobró el "comentarista" o gracioso oficial de un grupo que teníamos justo delante de nosotros. El tío hacía un comentario cada minuto, a voces, dando por supuesto que todo lo que decía era gracioso.

Y se repetía mucho. Parecía tener la creencia de que, repitiendo un chiste que nadie había reído, iba a hacer más gracia. Yo me lo imaginaba pensando "Esto que he dicho es muy gracioso, pero no se han reído. Claro, lo que pasa es que no me han oído bien, así que voy a repetirlo."

Uno de los errores de los que nos consideramos "graciosos" es no entender que el sentido del humor puede ser diferente en cada persona. Por ello, no conviene insistir en algo que, aunque a uno le haga mucha gracia, no es bien recibido por los demás.

Soñemos.

Durante el sueño, nuestro cerebro trabaja. Yo creo que nuestro "disco duro" hace una optimización de espacio, colocando cada registro nuevo en el sector que le corresponde. Este proceso de optimización de la información almacenada en nuestro cerebro es una de las principales razones por las que necesitamos dormir, junto a la necesidad de relajar la tensión muscular, de aliviar la carga de los huesos y articulaciones y de reponer reservas de energía.

Creo que, sin ordenar la información, sea cronológicamente o según otro criterio, no podríamos utilizarla. En este proceso de archivo de lo ocurrido en el día, nuestro cerebro tiene que mover información antigua de la misma forma que, cuando guardamos algo nuevo en un armario, a veces lo hacemos desplazando algo antiguo.

Durante ese trasiego de información, por nuestras retinas desfilan, mezclados, recuerdos antiguos y recientes, sirviendo de materia prima a nuestro inconsciente para construir fantasías que son fruto de nuestros deseos o nuestros miedos. Esas fantasías son nuestros sueños.


Me quedan algunos cabos sueltos:

- Parece que soñamos todas las noches. Entonces, ¿por qué recordamos algunos sueños, y otros no? Podría ser que recordemos los sueños si nos despertamos sin haber completado el proceso de optimización.

- Movemos los ojos durante el sueño porque nuestros sueños son imágenes. Pero, ¿están realmente esas imágenes en nuestras retinas, o en la zona cerebral que comunica directamente con ellas?

- Lo que llamamos imaginación (literalmente "facultad de la mente de representar imágenes de cosas reales o ideales"), ¿nos permite crear imágenes realmente nuevas, o necesitamos imágenes ya conocidas como materia prima para construir imágenes nuevas?



(Aviso: Esto es un batiburrillo de cosas que he leído por ahí y de mi propia cosecha. No soy psicólogo ni médico, así que no lo toméis muy en serio.)