Bloc de notas sobre la marcha

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Nuevas entradas para el diccionario (homenaje a José Luis Coll).

José Luis Coll (el compañero artístico del genial Luis Sánchez Polack "Tip") publicó unos diccionarios que definían ciertas palabras inventadas por él. Una obra realmente surrealista, algo escatológica (en la segunda acepción) y de un gran sentido del humor. Mi ejemplo favorito: "Gangsterópodo. Individuo del hampa dotado de un pie musculoso mediante el cual se mueve." (Citado de memoria.)

Aquí van unas pocas aportaciones de mi cosecha. Unas son antiguas y otras más recientes. En la mayoría de los casos, las definiciones las he tomado del diccionario de la RAE. Espero que gusten al respetable.


NUEVAS ENTRADAS PARA EL DICCIONARIO.

Bello púbico. Guapo de cojones.

Circuncisvalación. Práctica quirúrgica para corregir la fimosis, que permite al paciente acceder a un núcleo urbano por diferentes entradas.

Contralto de mantenimiento. Persona con una voz media, entre la de tiple y la de tenor, que ejecuta las operaciones y cuidados necesarios para que instalaciones, edificios o industrias puedan seguir funcionando adecuadamente.

Culotorio. Dícese de la solución medicinal para el enjuague del conjunto de las dos nalgas.

Garceta de los negocios. Ave zancuda, de unos 40 cm de alto y 65 de envergadura, con plumaje blanco, que sabe un huevo de economía.

Insohmio. Estado de vigilia permanente que otorga, a quien lo padece, una cierta resistencia al paso de la electricidad.

Jet Lager. Tipo de cerveza que produce un cierto desfase horario a quien la bebe.

Norruega. Ciudadana atea de un país nórdico.

Organullo. Parte de la célula dotada de un mecanismo que produce música girando una manivela.

Paquiduermo. Mamífero artiodáctilo de piel muy gruesa y dura, que se levanta muy cansado todas las mañanas.

República Chueca. Nuevo estado gay surgido tras la caída del régimen soviético.

Stradviar. Poner un violín carísimo en un lugar distinto al que debía ocupar.

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jueves, 19 de noviembre de 2009

El segundo mundo.

Cuando se habla del tercer mundo, se da por supuesto que nosotros vivimos en el primero. Entonces, lo que no veo claro es cuál es el segundo mundo. Lo intuyo como un purgatorio o zona de cuarentena entre el tercer infierno y el primer cielo.

¿Serán las pateras el segundo mundo?

domingo, 15 de noviembre de 2009

Escribir o leer.

"El escritor escribe lo que puede, mientras que el lector lee lo que quiere". Me gusta esta frase de Borges, ese gran provocador, porque me revuelve y me hace pensar. pero para ponerla en duda, no para estar de acuerdo. Me explico:

1) Técnicamente. puedo admitir que, en un momento dado, un escritor ante un folio en blanco, puede estar en desventaja comparado con un lector ante una librería o biblioteca repleta de libros. pero ahí termina el efecto de la imagen. Porque ese lector no sabrá encontrar de forma inmediata lo que le "apetece" leer, ni con ayuda de bases de datos informáticas o ficheros bibliográficos. El escritor, por su parte, sin necesidad de mecanismos auxiliares, puede ponerse a escribir sobre lo que le apetece, de forma instantánea. Y, en potencia, existen muchos más asuntos, enfoques, frases y párrafos por escribir, que los que ya están escritos. En literatura, como en música, sí hay algo nuevo bajo el sol, y lo hay todos los días.

2) Existencialmente. Leer es necesario, pero es un acto pasivo (a ver si "acto pasivo" va a ser una contradicción...). Una afición que, a la mayoría de las personas que leen libros, no les cambia la vida. Escribir es un acto con mayúsculas, esfuerzo, dolor, alivio, orgullo, confesión. Sin necesidad de que nadie me lea, puedo vivir momentos, con sólo pensar un rato, que la lectura raramente me da. No todos los días se puede leer algo sublime, pero la medida de lo sublime la da nuestro propio gusto, y quién mejor que uno mismo para tenerse cogida la medida.

Entiendo que hasta los genios como Borges tengan momentos de pereza y prefieran sentarse un rato a leer.

Sinónimos de "el otro".

Aquellos a los que el gitano llama "payo", aquellos a los que el musulmán llama "infiel", y aquellos a los que el progre llama "facha" son, simplemente, la mayoría de la humanidad.

Basta con sentirse en posesión de la verdad para cometer la osadía de calificar a los otros, descalificándolos. Para intentar que la inmensa mayoría se sienta en minoría.

Odiseo.

Hace poco tiempo terminé de leer la Odisea de Homero, uno de los libros que me regaló mi padre y que llevaba años en mi lista de espera.

Ulises sufrió bastante, desde el sitio de Troya hasta su regreso a Ítaca. Pero, entre disgusto y disgusto, era recibido en grandes banquetes, o se los organizaba él con sus hombres a base de saquear a otros. Participaba en juegos, relataba su vida ante una audiencia absorta, escuchaba música... Y se entiende que no le faltaban mujeres con las que yacer.

Con esa vida, ¿quién querría volver a casa, al lado de Penélope? Vale, lo formulo como un chiste, pero realmente me cabe la duda. El poeta Kavafis, en su "Viaje a Ítaca", aconseja al viajero rogar porque su camino sea largo y esté lleno de aventura y de conocimiento. A lo peor, o a lo mejor, llegar a Ítaca no es el objetivo del viaje.

Una pluma de paloma como juguete.

Junio de 2005. Estoy comiendo en Toledo, en una pausa en el trabajo. Las mesas del restaurante ocupan el patio de una casa antigua, un lugar ideal para olvidarse del mundo que hay alrededor.

Una niña de unos cinco años, que anda jugando entre las mesas, encuentra en el suelo una pluma, creo que de paloma. Inmediatamente, se pone a limpiarlo todo con ella, como si fuera un plumero completo. Viene su hermano y se la quita. El juego del niño es tirar la pluma al aire para hacer que vuele.

Me resisto a creer que esta diferencia de comportamiento ante el mismo estímulo es innata. Tiene que ser educativa o ambiental. Los padres de estos niños son jóvenes, modernos aparentemente. En principio, nuestro lenguaje es "políticamente correcto", pero, ¿qué estamos transmitiendo a los niños con nuestros hechos?

¿Por qué permitimos que la diferencia entre mujer y hombre, que sólo debería ser relevante en ciertas facetas de la vida, la abarque en todos sus aspectos? ¿Por qué, en el lenguaje, siempre usamos "a" para las mujeres, y siempre "o" para los hombres? ¿Tan diferentes somos? ¿O seguimos, y seguiremos, siendo diferentes porque nunca renunciaremos a etiquetar a nuestros hijos desde la cuna, o desde antes?

El asunto me supera, es materia para profesionales de la educación, sociología, psicología... Sólo me atrevo a opinar que la eliminación del sexismo, en el lenguaje, no debería consistir en utilizar siempre el femenino y el masculino (usando o no la arroba en las frases escritas), sino en esquivar el uso de ambos géneros gramaticales, sustituyendo "hombres y mujeres" por "personas". Es lo que yo intento hacer, aunque no siempre sea posible.

Reflexiones breves.

Escribe lo que tú quieras, y tendrás el público que mereces. Escribe lo que te pidan, lo que te manden, o lo que esperan de ti, y serás el ídolo previsible de un público cautivo que no te merece. Y que no mereces.

El espejo de la madrastra de Blancanieves es la autoestima. Salimos a la calle con la mueca que nuestro espejo nos ha devuelto. Somos guapos, si creemos serlo.

La mejor explicación para el milagro de la vida, para la existencia del universo, es que seamos un sueño. Pero, ¿de quién?

El sol, para ser el Sol, ¿necesita a los planetas girando a su alrededor?

Si las musas existieran, ellas recibirían los premios literarios. Y citarían a su "brazo escribidor" en el prólogo del libro.

La lectura es una gran cosa. Pero, sin una contraposición entre lo leído y lo vivido, sin una interpretación propia, la lectura es un ejercicio pasivo, una simple asimilación "hacia dentro". De vez en cuando, sería sano dejar fluir nuestras propias ideas "hacia fuera".

Los teléfonos móviles incluyen una plantilla de mensaje que comienza con "No puedo ayudarle..." Qué mundo, ¿no?

Fíjate si soy más joven que tú, que yo ya era joven antes de que tú nacieras.

Con tal de que me dejen vivir en paz, estoy pensando en apostatar del agnosticismo.

"Si vas colgarte, cuélgate de un pino chico. Así, mientras crece, te lo vas pensando." (Escuchado a un camarero en La Alberca - Murcia.)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Dejar de fumar, otra vez...

¿Cómo definir a un fumador? "Alguien a quien le gusta aspirar humo de tabaco" sería parte de la definición, e incluso podría ser la definición completa para algunos fumadores.

Pero cuando uno es fumador de verdad, el verbo "gustar" se queda corto. A un fumador de verdad, le gustan muchas cosas de la vida, pero el tabaco le hace falta. Cuando uno es fumador de verdad, la vida llega a convertirse en la sucesión de intervalos entre dos cigarrillos. Y, si esos intervalos no están llenos de actividad, de trabajo, de diversión, de emoción, el fumador los verá como tiempos de espera, como simple antesala de la vida misma: fumar.

¿Estoy exagerando? Probablemente, sí. Pero esta es la única forma que encuentro de plasmar mi sensación de anoche cuando, después de una recaída en el tabaco que ya venía durando unas 3 semanas, me sentí atrapado en las garras de un vicio que supera mi capacidad de decidir. Como otras, esta relación empieza con una decisión aparentemente adulta, con un "quiero" o un "me apetece". Pero, al cabo de un tiempo, es el propio tabaco el que parece decidir por nosotros.

No sé si he sabido explicar aquí cómo me sentí anoche. Pero os digo cómo me siento hoy: decidido a no encender otro cigarrillo. Y poniéndolo aquí de nuevo, para que volváis a sacarme los colores.

Quedar bien (pregunta abierta).

Cuando alguien nos llama por teléfono y nos dice "hola, ¿qué tal?", solemos responder "yo muy bien, ¿y tú?" aunque acabemos de sacarnos de la boca el cañón de la pistola para poder hablar. Si nos preguntan "¿estabas ocupado?", respondemos siempre que no, aunque hayamos llegado hasta el teléfono desnudos, enjabonados y con trozos de porcelana china clavados en un pie. Y, cuando ese tipo de persona que cree que el día empieza para todos justo cuando él se levanta, nos suelta su fatídico "¿te he despertado?", respondemos que no aunque nos haya arrancado del mejor de los sueños.

Y ¿por qué no decimos, simplemente, la verdad?

Espero respuestas.

jueves, 27 de agosto de 2009

Querido Paco.

(Francisco Umbral murió en Madrid el 28 de Agosto de 2007. Al cabo de un par de días envié este artículo a su periódico, donde no me lo publicaron. Aprovecho el segundo aniversario de su muerte para ponerlo aquí.)

Querido Paco, te has muerto y en la muerte te alaban muchos, incluso algunos enemigos, aunque hay panegíricos que matan con balas de ambigüedad. Otros, simplemente, te han concedido la ironía a título póstumo desde un mísero recuadrito. Déjalos, puede que no entiendan lo que es la literatura, y mira que tú intentaste explicarlo tantas veces.

Voy a intentarlo yo de nuevo, por ti. Woody Allen dice que el cine de hoy es para niños. Así los libros más vendidos, puro entretenimiento. Contar bien una historia, explicar un mundo real o imaginado, tiene su oficio. También un buen fotógrafo se hace con años de luces y acético. Pero la literatura, como arte, es otra cosa. En el verdadero arte, el fotógrafo se rinde ante Velázquez y el relator de historias cede el paso a Quevedo. A Juan Ramón. A ti.

En aquel bachillerato nuestro se estudiaba el antiguo debate entre fondo y forma. Como buen adolescente, yo era “fan” del fondo, de Quevedo; dame una historia, una opinión, y déjate de florituras. Como le dijo Chuck Berry a Beethoven, apártate Góngora, alquitara pensativa. Pero don Francisco, venas que humor a tanto fuego han dado, mantenía esa postura por afán de competir. Él era la forma y el fondo. Él era la literatura. Tú, Paco, y pocos más, sois la literatura. Los otros, reporteros de su tiempo o imagineros del pasado, dignos oficios, pasarán. Tú —ironías de la retórica para un ser de siniestras lejanías— no pasarás.

Tu fama se debe a tus columnas, y yo admiro tu arte para cazar el momento al vuelo y aplastarlo contra el papel, destripando sus jugos. Pero, si hablo de literatura, me refiero a tus libros. Yo niego el derecho a opinar sobre ti a quien no haya leído “Mortal y rosa”. No puedo, no quiero, esquivar el tópico. Abro el libro al azar; página 104: “La clínica es un corredor verde donde el dolor se hace razonable por un momento.” Y así doscientas páginas, que me cambiaron la vida y por las que ahora te doy las gracias.

Tú no me conoces. Soy un simple lector. Estuve en tu velatorio. En aquella angostura nos juntamos diez famosos, cinco desconocidos y, en la calle, cincuenta reporteros aburridos. Estuve en la casa del libro, en tu Gran Vía, llevabas muerto dos días. Nada en el domingo, y eso que era jueves. Comprendo que no quedaba un libro tuyo (yo me llevé el último). Comprendo que era Agosto. Pero, hombre, una foto, un escaparate. Algo.

Y es que en la división de opiniones sobre tu obra subyace esa absurda lucha política entre medios y partidos de derechas que niegan o que admiten serlo. Juzgamos a los autores según el periódico en el que escriben. Yo —suscribo una frase de dudosa paternidad— ya no sé si soy de los nuestros, pues la verdad es que yo compraba “El Mundo” porque tú escribías en él, y no al contrario.

Si la historia de la literatura hace justicia, cosa de la que no estoy seguro, en referencia al siglo XX español se hablará de ti y de un par más. Pero tú no lo verás. Ni falta que te hace. Tú olvídate ya de la Olivetti y de todos nosotros, y descansa. Disfruta, con tu hijo, de los privilegios de la muerte. Ahora eres, por fin, polvo enamorado.

El regalo / The gift.

El verdadero regalo que recibimos, al nacer, es la vida. Nuestra propia vida, la de nuestra familia y la de nuestros amigos.

El país, el idioma, la cultura, la comunidad, la casa son la caja que contiene el regalo.

Después, se añaden al regalo el papel de envolver, los lacitos y las pegatinas, que son los estudios, el trabajo y el dinero.

Pasamos el tiempo entretenidos con el papel, con la caja, con ese plástico de burbujitas... Y dejamos la vida en un cajón, como un reloj que, aunque todavía está en marcha, nadie lo mira.

El regalo es la vida, nuestro cuerpo, nuestros sentidos, la naturaleza y las personas a las que queremos. Y el mejor uso del regalo es descubrir nuestra pasión y poner a su servicio nuestro cuerpo y nuestro sentidos.

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The real gift that we receive, on being born, is the life. Our own life, that of our family and that of our friends.

The country, the language, the culture, the community, the house are the box containing the gift.

Later, we add to the gift the wrapping paper, the laces and the stickers, which are the studies, the work and the money.

We spend our time entertained with the wrapping paper, with the box, with those weird plastic bubbles... And we leave our life in a drawer, as a watch that, though still runs, nobody looks at.

The gift is the life, our body, our senses, the nature and the persons whom we love. And the best use of the gift is to discover our passion and to put to its service our body and our senses.

lunes, 17 de agosto de 2009

Lo dejo / I quit.

He dejado de fumar. Definitivamente. Encendí. y apagué, el último el sábado 15 de Agosto de 2009, por la noche.

¿Qué cómo sé que es definitivo? Ni idea, pero estoy escribiendo esto precisamente para que lo sea.

Si consigo que todos los que me conocen sepan que he dejado de fumar, tendré un motivo más para conseguirlo, porque me dará mucha vergüenza poner en evidencia mi debilidad.

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I have stopped smoking. Definitively. I lighted, and I extinguished, the last one in the evening of Saturday, the 15th of August, 2009.

How do I know that it's definitive? No idea, but I am writing this precisely in order that it is.

If I get all those who know me, to know that I have stopped smoking, I will have a strong reason for succeeding, because it would be a real shame, for me, to put in evidence my weakness.


miércoles, 12 de agosto de 2009

Báñate, que está buenísima.

Cuando tengo que meterme en el agua, siempre me da un poco de pereza. Da igual que sea la ducha en casa o un baño al aire libre. Supongo que tengo la piel "vaga" para adaptarse a cambios en el entorno. No es que luego no me alegre de haberme remojado, es simplemente eso, que el agua me da pereza hasta que me he metido.

Cuando se trata de un baño en la playa o en una piscina, como casi siempre soy el último en entrar en el agua, siempre tengo que escuchar la opinión bienintencionada de quien ha entrado en el agua antes que yo. Esa opinión, como suele pasar en general con la información no solicitada, me es perfectamente inútil, cuando no contraproducente.

Tanto si me dicen que el agua está "buena" como si me dicen que está demasiado caliente o demasiado fría, yo siempre recelo de la opinión de los demás porque, una vez estoy en el agua, no suelo estar de acuerdo con lo que me han dicho.

Con frecuencia, olvidamos que las sensaciones frente al mismo estímulo, en dos personas diferentes, suelen ser diferentes. Es lo que llamamos "gusto".

El síndrome del agua "buenísima" se manifiesta también a la hora de comer en grupo, cuando alguien se empeña en hacer que los demás prueben esa cosa tan rica que se ha pedido, ignorando que hay una carta con 50 platos y que cada persona ha pedido lo que prefiere comer

Ignorando, en fin, que no a todos nos gusta lo mismo.

Mickey.

Ayer vi, con mis propios ojos, como la policía municipal le pedía los papeles a Mickey Mouse.

Fue en el mercadillo de los martes. Una persona, perfectamente disfrazada de ratón Mickey, vendía globos. La agente, supongo que cumpliendo el protocolo, entabló conversación con el ratón y, finalmente, le pidió los papeles.

Me alejé de allí tragándome las ganas de intervenir en defensa de mi ídolo infantil y reprimiendo mi instinto de fotógrafo, pues en mi retina estaba ya el encuadre de la escena. Pero no me atreví a hacer ninguna de las dos cosas.

Sólo puedo intentar dibujar aquí la imagen, con palabras: la agente de espaldas, hablando seria, mientras el cabezón de Mickey oculta la preocupación de la persona que hay detrás de esa sonrisa petrificada.

Ignoro si se trataba de un asunto de inmigración, o simplemente de licencia para venta ambulante. Pero ver a Mickey presentando sus documentación me hizo intuir el drama que puede haber detrás de cada vida sin papeles. Se trate de papeles emitidos por el Ayuntamiento, por el Ministerio del Interior o por el Banco Central.

(Por cierto, el ratón presentó sus papeles sin quitarse la máscara, así que existe la posibilidad de que se tratara del auténtico Mickey Mouse.)


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I saw yesterday, with my own eyes, how the local police requested his papers to Mickey Mouse.

It was at the Tuesdays flea market. A person, perfectly disguised of Mickey, was selling kid's balloons. The agent, fulfilling the protocol I suppose, established conversation with the mouse, and she finally requested the papers to him.

I moved away swallowing my desire to take part in defense of my infantile idol and repressing my photographer instinct, because the scene was already framed in my retina. But I did not dare to do any of these things.

I can only try to draw the image here, with words: the back of the agent, speaking serious to the mouse, while the big Mickey head hides the worried face of the person behind that petrified smile.

I ignore whether the issue was about immigration, or simply about a license for selling balloons. But to see Mickey displaying his documentation made me guess the drama behind any life without papers. Whether these are papers emitted by the city council, the immigration authority or the central bank.

(By the way, the mouse displayed his papers without taking off the mask, so the possibility exists that he was the authentic Mickey Mouse.)

domingo, 9 de agosto de 2009

Qué gracioso.

La otra noche, asistimos a un magnífico espectáculo de fuegos artificiales.

Todo fue muy bien, pero nos sobró el "comentarista" o gracioso oficial de un grupo que teníamos justo delante de nosotros. El tío hacía un comentario cada minuto, a voces, dando por supuesto que todo lo que decía era gracioso.

Y se repetía mucho. Parecía tener la creencia de que, repitiendo un chiste que nadie había reído, iba a hacer más gracia. Yo me lo imaginaba pensando "Esto que he dicho es muy gracioso, pero no se han reído. Claro, lo que pasa es que no me han oído bien, así que voy a repetirlo."

Uno de los errores de los que nos consideramos "graciosos" es no entender que el sentido del humor puede ser diferente en cada persona. Por ello, no conviene insistir en algo que, aunque a uno le haga mucha gracia, no es bien recibido por los demás.

Soñemos.

Durante el sueño, nuestro cerebro trabaja. Yo creo que nuestro "disco duro" hace una optimización de espacio, colocando cada registro nuevo en el sector que le corresponde. Este proceso de optimización de la información almacenada en nuestro cerebro es una de las principales razones por las que necesitamos dormir, junto a la necesidad de relajar la tensión muscular, de aliviar la carga de los huesos y articulaciones y de reponer reservas de energía.

Creo que, sin ordenar la información, sea cronológicamente o según otro criterio, no podríamos utilizarla. En este proceso de archivo de lo ocurrido en el día, nuestro cerebro tiene que mover información antigua de la misma forma que, cuando guardamos algo nuevo en un armario, a veces lo hacemos desplazando algo antiguo.

Durante ese trasiego de información, por nuestras retinas desfilan, mezclados, recuerdos antiguos y recientes, sirviendo de materia prima a nuestro inconsciente para construir fantasías que son fruto de nuestros deseos o nuestros miedos. Esas fantasías son nuestros sueños.


Me quedan algunos cabos sueltos:

- Parece que soñamos todas las noches. Entonces, ¿por qué recordamos algunos sueños, y otros no? Podría ser que recordemos los sueños si nos despertamos sin haber completado el proceso de optimización.

- Movemos los ojos durante el sueño porque nuestros sueños son imágenes. Pero, ¿están realmente esas imágenes en nuestras retinas, o en la zona cerebral que comunica directamente con ellas?

- Lo que llamamos imaginación (literalmente "facultad de la mente de representar imágenes de cosas reales o ideales"), ¿nos permite crear imágenes realmente nuevas, o necesitamos imágenes ya conocidas como materia prima para construir imágenes nuevas?



(Aviso: Esto es un batiburrillo de cosas que he leído por ahí y de mi propia cosecha. No soy psicólogo ni médico, así que no lo toméis muy en serio.)

sábado, 8 de agosto de 2009

Fútbol.

Anoche, el Madrid jugó en Toronto contra un equipo local. Vi en la tele la primera parte, y estuvo entretenida.

Las entradas para ese partido, en la reventa, llegaron hasta los 500 Euros. Y sigue habiendo hambre en el mundo.

Pero dile tú, a quien pagó esa pasta, que la eche a la hucha del Domund.

¿La solución? Que sean los clubs de fútbol quienes donen al tercer mundo un porcentaje de su PIB. (Y no miro a nadie, al escribir esta "B".)

viernes, 7 de agosto de 2009

Benidorm.

Anoche salimos a tomar algo.

Primero, estuvimos de pinchos y zuritos por los bares vascos. Una forma de cenar caprichosa, deliciosa y divertida. En uno de los bares, con una gran bandera del Athletic firmada por los jugadores, el cocinero iba de blanco impecable pero su gorro de cocinero era una chapela. La pura imagen de un bilbaíno, hasta que, mirando al televisor del bar, dijo: "Co-one, haberme disho que hugaba er beti". La magia vasca desapareció, o se transformó, con el picante de la gracia sevillana, mientras el jefe, este sí del mismo-mismo Bilbao, voceaba que él no pagaba el Plus para ver partidos de segunda. Huimos amparados en el maravilloso revuelo que se formó, después de pagar sólo 5 euros por el mejor fascículo de nuestra cena.

Después de bajar al mirador a ver las dos playas y escrutar el mar en su negrura nocturna, tomamos algo dulce en una terraza atestada, y nos lanzamos en busca de música. En un pub, dos jóvenes irlandeses cantaron algunas de mis canciones favoritas, y me felicitaron por berrear "Proud Mary" con ellos, desde mi mesa.

En ese pub hice uno de esos amigos fugaces de la noche. Adam, del mismo Leicester, me preguntó si era inglés, antes de abrir yo la boca, y luego me aseguró que no aparento mis 53 años. Teniendo en cuenta sus pintas (extrañas por fuera, incontables por dentro), salí de allí sin poder archivar aquello en la carpeta de los halagos.

El resto de la noche: un poco de música disco en vivo y un club de jazz a punto de cerrar, pero que ya forma parte de nuestros planes para los próximos días.

A lo largo de la noche, observé cómo la mayoría de los "guiris" se pierden la buena cocina y el encanto de la zona de los vascos, para consumir pizza y esas otras cosas que llamamos comida basura. Pero hasta aquí llega mi chauvinismo ibérico, porque me parece triste ver cómo la mayoría de los españoles se pierden la música en vivo del "barrio de los guiris", en ocasiones con magníficos vocalistas o instrumentistas.

En esta Babel que habitamos, más que frases enormes sobre una globalización que todavía no nos cabe en el traje, nos vendrían bien más curiosidad y menos prejuicios. Asomarse a la casa "del otro" y echar un rato bueno haciendo algo distinto a lo que se espera de nosotros. No digo que nadie esté obligado, sólo que puede ser divertido.

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Last evening we had dinner out.

First, we had some "pinchos" and "zuritos" in the Basque bars. It's a capricious, delicious and fun way of having dinner. In one of the bars, with a great flag of the Athletic de Bilbao football club signed by the players, the cook was clad in impeccable white but his "chef" hat was a Basque beret. The pure image of a Basque, until he spoke with a clear Sevillian accent about the football match on TV. The Basque magic disappeared, or transformed, with the spicy taste of Sevilla, while the bar owner, this one from Bilbao itself, was shouting that he was not paying the pay-per-view TV to watch second-division games. We fled protected in that wonderful commotion, after paying only 5 Euros for the best chapter of our "serial" dinner.

After going down to the viewing-point to see both beaches and scrutinizing the sea in its night blackness, we had something sweet in a crammed terrace, and threw ourselves in search of music. In a pub, two Irish young men sang some of my favorite songs, and congratulated me for howling "Proud Mary" with them, from my table.

In this pub I made one of these fleeting friends of the night. Adam, of Leicester, asked me if I was an Englishman, before I opened my mouth, and then he assured me that I look younger than my actual 53 years. Bearing in mind his outside looks and the countless pints inside of him, I went out of there without being able to file that one in the "flattering" folder.

The rest of the evening: a little live disco music and a jazz club on the verge of closing, but which is already a part of our plans for the next days.

Throughout the evening, I observed how the majority of the "guiris" miss the good cuisine and the captivation of the Basque area, to consume pizza and other junk food instead. But hitherto my Iberian chauvinism comes, because it seems sad to me to see how the majority of the Spaniards just ignore the live music of the "guiris neighborhood", in occasions with splendid vocalists or instrumentalists.

In this Babylon that we inhabit, more than enormous phrases about a globalization that still does not fit in our suits, we could use some more curiosity and fewer prejudices. We could show up at the house of the "other one" and have a good time doing something different to what is expected from us. I am not trying to force anybody to do so, just suggesting that it might be fun.

Glossary of local terms:

A "pincho" is a small portion of food, usually hold by a toothpick and served with a drink (wine, cider or beer).

A "zurito" is a small glass of draught beer. What a pure Englishman would properly call a "girlie beer". The aim is to balance the volume of drink with the food.

"Guiri" is a friendly way of calling any foreigner.

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jueves, 6 de agosto de 2009

Viernes.

He dormido cuatro horas. Voy a volver a la cama porque mis huesos piden horizontalidad, pero antes he querido asomarme aquí para escribir algo, cualquier cosa. Una entrada al día, por lo menos. Si no lo hago, es probable que, como tantas veces, la desidia me desilusione y me haga desistir. (Curioso, este efecto 3D.) ¿Tengo algo que decir? No, de momento. Pero burla burlando...

Siesta.

Ella se duerme a mi lado.
No sé por qué yo no duermo.
Serán cosas del verano,
primavera, otoño o invierno.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Ciber-onanismo.

Acaban de acusarme de algo nuevo: de practicar el placer solitario. ¿A cuento de qué? Pues de mi Facebook, de mi Gmail, de mi blog, de mis aplicaciones para cantar o leer música...

A la primera, el comentario me ha escandalizado, pero enseguida he encontrado una pista que liga ambas actividades: esto TAMBIÉN es malo para la vista.

Al final, va a resultar que el padre Rufino tenía razón.

Nubes sobre la costa

El mar sueña con ser nube.
La nube quiere ser agua,
gotas que la tierra cubren.
¿Dónde tendré mi paraguas?

Cotorras

Está de moda, incluso entre quienes se dicen progresistas, una forma de "intolerancia ecológica" que consiste en despreciar toda especie animal o vegetal que no sea autóctona.

Un ejemplo, de mi propio barrio, son las cotorras de nuestros parques. ¿No son ellas, acaso, inmigrantes involuntarias, admirablemente adaptadas a un ambiente extraño? ¿O vale aquí también el argumento xenófobo, según el cual las cotorras "extranjeras" les quitan el pan a "nuestras" aves?

Gafas de sol

En estos tiempos, el uso de las "gafas de sol" se extiende más allá de su aplicación primaria, esto es, proteger los ojos de la luz directa del sol. Las gafas se convierten en estandarte de nuestra sintonía con la moda, o de nuestra indiferencia ante ella. Sobre la cabeza son diadema que sujeta hermosas cabelleras o que corona yermas azoteas despobladas. Colgadas de un cordón, son símbolo de despiste o medalla que se exhibe con orgullo.

Ancladas sobre la nariz, en fin, son una máscara que oculta nuestros ojos a la vista de los demás, tapando excesos y miradas indiscretas o aburridas. No me acostumbro a la pérdida de contacto visual cuando hablo con alguien que las lleva puestas.

Las gafas de sol han salido de su entorno natural para utilizarse en todas partes y a todas horas. Por la noche. Dentro del agua en la playa o la piscina. En interiores, incluso mal iluminados. Me pregunto si esas parejas tan a la moda que lucen las gafas de sol hasta en sótanos tabernarios y garajes, se las dejarán puestas durante los momentos más íntimos de su vida. Igual eso se la hace más soportable.

Mis gafas de sol son las mismas hace 20 años, están casi siempre en el coche, y sólo me las pongo cuando tengo el sol de frente. Señal de que no he entendido nada.