Ulises sufrió bastante, desde el sitio de Troya hasta su regreso a Ítaca. Pero, entre disgusto y disgusto, era recibido en grandes banquetes, o se los organizaba él con sus hombres a base de saquear a otros. Participaba en juegos, relataba su vida ante una audiencia absorta, escuchaba música... Y se entiende que no le faltaban mujeres con las que yacer.
Con esa vida, ¿quién querría volver a casa, al lado de Penélope? Vale, lo formulo como un chiste, pero realmente me cabe la duda. El poeta Kavafis, en su "Viaje a Ítaca", aconseja al viajero rogar porque su camino sea largo y esté lleno de aventura y de conocimiento. A lo peor, o a lo mejor, llegar a Ítaca no es el objetivo del viaje.
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